No es un adiós, es un hasta luego

 

Para casi todos, cuando el sol aterriza ilumina también el rostro con sonrisas y nuevos proyectos. De hecho, se afirma que el buen tiempo hace que estemos más animados, de mejor humor incluso. Ciertamente, en Residencia Universitaria Rosaleda de Santiago de Compostela, donde –como sabéis- la lluvia es arte, nos sucede así. Sin embargo, tenemos que confesar que este momento del año nos causa también cierta nostalgia. La Universidad de Santiago de Compostela da casi por concluido el curso académico y, con la llegada de las vacaciones, nuestras residentes nos dicen hasta luego.

Atrás quedan aquellos primeros días de otoño en los que todo eran nervios y emoción por lo que estaba por llegar. Luego vinieron el esfuerzo, la dedicación, los miedos y la emoción por cada proyecto entregado, por cada práctica superada y por cada examen realizado. Y nosotros, a su lado. Como papá y mamá. Porque así entendemos el día a día en Residencia Universitaria Rosaleda de Santiago de Compostela.

Todo ello hace que el momento de despedirse, cueste. Y cuesta mucho. Porque cuesta desprenderse, aunque sea un poquito, de lo que para cada uno es importante. Sin embargo y pese a la nostalgia, la gratitud es quien inclina siempre la balanza. La gratitud y el conocimiento de que algunas de nuestras rosas vuelven en septiembre para proseguir sus estudios de grado o máster en la Universidad de Santiago de Compostela. Y gratitud, mayúscula, pues las que ya no vuelven a esta ciudad porque han concluido esta etapa académica pero también regresan. Y lo hacen convertidas en grandes profesionales y, siempre que pueden, nos regalan una visita de esas que alegran el alma como pocas.

En resumen, hoy hemos amanecido nostálgicos en Residencia Universitaria Rosaleda de Santiago de Compostela. Como pasa, en todas las familias, cuando los hijos emprenden vuelo. ¿O no? ¡Suerte, rosas!